Emprender es más bien una cuestión de actitud. Nadie ha dicho que sea una tarea fácil y más en los tiempos que corren: numerosas barreras burocráticas y administrativas, dificultad en el acceso a la financiación, familiares y amigos que en vez de apoyarte hacen que tires la toalla, impuestos elevados cuando estás echando a andar, etc. pueden complicarte la operación. Pero, aún con todos estos inconvenientes, estamos asistiendo a personas que, con mayor frecuencia, son capaces de aliarse con la valentía y la tenacidad para iniciar la aventura en la carrera emprendedora.
En este post, vamos a recorrer unas cuantas actitudes que todo emprendedor ha de tener para desmontar la idea de que no todo es cuestión de dinero. Es importante, pero no lo fundamental.
Pasión
Un buen emprendedor ha de sentirse apasionado por el proyecto, por el trabajo que desempeña y por su equipo, aquél que le acompaña día a día en cada decisión y en cada gestión para sacar adelante los valores y misiones que éste representa.
El emprendedor ha de creer en el proyecto, prácticamente desde los propios cimientos e inclusive en los trechos de dificultad. Un emprendedor que cree en lo que hace y que se siente apasionado es el motor que dinamiza todo aquello que trae entre manos.
Constancia
La constancia, perseverancia y tenacidad son vitales para lanzarse y afianzarse en la carrera emprendedora. Sin estos aliados es imposible recorrer esos pequeños pasos que ha de dar para llegar al final de la meta: el éxito en la carrera emprendedora.
Por tanto, un buen emprendedor ha de ser perseverante hasta el final. Cueste lo que cueste. La constancia ha de ser para él el bálsamo con el que poder acariciar el éxito de todos aquellos hitos y objetivos que ha de ir logrando en su trayectoria.
Paciencia
Muchas veces las cosas no salen como nos gustaría que fueran. En este sentido, el buen emprendedor ha de echar mano a la paciencia cuando compruebe que el proyecto no avanza todo lo bien que le gustaría o ante cualquier desviación imprevisible.
Por ello, el emprendedor paciente es aquel que ve cumplido y satisfecho sus objetivos si sabe ser paciente y no desfallecer ante cualquier intento de desestabilización.
Empatía
La capacidad de empatía hace que el emprendedor sepa ponerse en los zapatos del otro. Debe y ha de ser empático para así lograr entender lo que le demandan sus clientes, su equipo, sus inversores y todos aquellos públicos con los que se relacione.
Sin empatía, un buen emprendedor vería limitadas sus posibilidades de estrechamiento y colaboración con otros muchos que necesita para hacer valer y crecer su proyecto.
Convicción
El emprendedor convincente es capaz de contagiar su misma pasión a todos sus empleados y recibir capital de inversores.
Convicción y seguridad son actitudes que no pueden ser rechazadas por cualquiera que decida encaramarse en la carrera emprendedora. Gracias a ellas el buen emprendedor hace creíble, demostrable y accesible su proyecto, aquello en lo que cree y persevera.
Honestidad
El emprendedor ha de ser honesto consigo mismo y con los demás. Ha de serlo para así poder hacer frente a las críticas, para admitir que se está equivocando y para tratar de retomar el camino cuando se ha desviado.
Por tanto, la honestidad es la mejor actitud no sólo para el diálogo con los que se relaciona sino también para estrechar acuerdos y reconducir situaciones que pudieran verse trastocadas.
Flexibilidad
El emprendedor, por encima de todo, ha de ser también flexible para cambiar completamente su modelo de negocio si el mercado así lo exige, para hacer frente a nuevos retos y objetivos que no tenía en mente y, a su vez, para reconducir planteamientos y bases estructurales del proyecto, si fuera necesario.
¿A qué no todo es dinero? Pues, ya sabes si respondes favorablemente a estas actitudes quizá hay en ti un perfil emprendedor. ¡Despiértalo y lánzate a la aventura! La carrera emprendedora está hecha para valientes como tú que nos lees.