En infinidad de ocasiones, habrás escuchado que el cliente siempre tiene la razón. Bueno, hasta cierto punto… Lo que sí está claro es que nunca has de quitársela porque puede llevarte a cometer una serie de errores que podrían, de lo contrario, salirte bastante caro. Para evitarlos, en esta entrada de hoy, te adelantamos cuáles son para que no caigas en ellos.
No cumplir tu palabra
Muchos clientes se muestran ofuscados y cabreados porque se falta a la palabra dada. Esto es un grave error que puede poner en entredicho la relación o, cuando menos, cargársela enteramente de un plumazo. Por ello, conviene no faltar a ella.
Al respecto, es importante que cumplas con todos y cada uno de los compromisos que asumas. Si no lo haces, estás perdido y con razón el cliente podría exigirte más de lo que le corresponde. En este sentido, ser diligente y coherente con lo que se ofrece es la actuación más efectiva y adecuada para tratar de calmar los ánimos de todo cliente descontento.
No rectificar a tiempo
Errar y equivocarse es de humanos. Todos podemos equivocarnos o caer en la misma piedra varias veces. Lo que sería imperdonable ante un cliente es no asumir los errores y, en la medida de lo posible, ofrecer una alternativa o solución.
Un cliente cabreado puede poner en duda la actividad o razón de ser del servicio o producto con el que te presentas ante los demás cada día. Por ello, es de sabios rectificar a tiempo, aceptar que nos hemos equivocado y plantar cara aportando la mejor solución con la que, entre otras razones, trataremos de poner de nuestro lado al consumidor disgustado.
No escuchar
Muchos de los problemas con los clientes se podrían ver subsanados si les escucháramos más. El consumidor es el que mejor testa y pone a prueba nuestros servicios o productos diariamente. Por ello, practicar la escucha activa y atenta, incluso, permanente es una herramienta indispensable para tratar de que éste se sienta respetado y tenido en cuenta.
Evita la discusión o el hecho mismo de ponerte a la altura de un cliente molesto porque, a buen seguro, acabarás perdiendo la batalla y quizá a un activo importante. Si escuchas a tus clientes, éstos se verán comprendidos y equipararán el grado de satisfacción con la marca que representas.
Como ves, no son cuestiones difíciles o imposibles. Es más, en la constante del día a día estos errores son una tónica habitual que, en ocasiones, pueden empeñar la imagen de marca o poner en entredicho la misma gestión empresarial. Así que, ya sabes, ¡no te la juegues! Cliente contento, garantía asegurada para el éxito empresarial.