A la hora de alquilar un piso suele ser habitual que a todo propietario se le plante la disyuntiva de hacerlo con o sin muebles. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes que, en este post, estamos dispuestos a desvelártelas para que puedas adoptar, al respecto, la mejor decisión.
¿Qué es mejor?
Ni lo uno ni lo otro. Alquilar un inmueble con o sin muebles va a depender de diversas variables o situaciones. En ocasiones, el propietario da poco margen de elección al inquilino al poner en disposición de éste el piso plenamente amueblado. Por el contrario, existen caseros que conceden una mayor libertad a sus nuevos moradores para que elijan cualquiera de ambas modalidades. Lo que está claro es que, para ello, resulta necesario conocer las ventajas y desventajas para tomar cualquier decisión en este sentido.
Cuestiones como la duración del contrato, la liquidez para afrontar la compra de mobiliario, la disponibilidad de muebles que aseguren una óptima habitabilidad, las necesidades particulares de cada inquilino (estudiantes, familias, pareja de hecho, recién casados, etc.) son tremendamente relevantes para encaminar la situación de la mejor manera posible.
Pisos amueblados
Resultan ser la mejor opción para un alquiler momentáneo o temporal y de escasa duración. Son, a su vez, los inmuebles que pueden habitarse de manera inminente puesto que disponen de todo lo necesario para comenzar a vivir de una forma rápida e inmediatamente accesible.
Para el inquilino resulta una oferta muy cómoda ya que no necesitan afrontar costes adicionales para amueblar el piso y se evitan así ciertos gastos que pudieran ampliar los relacionados directamente con el alquiler.
Asimismo, es la solución más eficaz cuando la vivienda se comparte con otros inquilinos o, por el contrario, es la fórmula más conveniente si se está en proceso de alquilar otra vivienda o de comprar un piso. También, responden al perfil del inquilino conformista que prescinden de aportar cierto toque personal al inmueble.
Inmuebles vacíos
Por el contrario, los pisos vacíos se conciben como la opción más conveniente para un alquiler más estable tendente a la permanencia. Es propio de inquilinos estables que pretenden disfrutar de un alquiler duradero lo más amplio y dilatado en el tiempo.
Esto, a su vez, conlleva que los futuros arrendatarios elijan el tipo y modelo de mobiliario que más se ajuste a sus gustos personales y a sus preferencias decorativas. Eso sí, conlleva más gastos ante posibles renovaciones periódicas. De igual modo, disponen de total libertad para el traslado del mobiliario desde el anterior domicilio así como de los restantes elementos decorativos que tuvieran en su posesión. Y, además, se les brinda la posibilidad de adecuar las necesidades y el destino de cada una de las estancias y habitaciones que conforman el inmueble a la hora de amueblar y disponer con ello sus propias necesidades en función de las pretensiones particulares de cada inquilino. En este sentido, el margen creativo del alquiler es mucho más amplio que con la fórmula más restrictiva de darlo todo amueblado.
Una u otra opción dependerá de los criterios esgrimidos en este post. Amueblado o sin amueblar es una decisión que compete al propietario en función de los aspectos aquí reseñados